Costa Rica-Música
La fusión de ritmos africanos, indios y australianos
ha producido una música muy original: la serenidad de la cítara,
guitarra típica de la India; el sonido suave del didyiridu, larga
flauta aborigen de Australia, mezclados con el ritmo sostenido de los
yembes y del dunumba, famosos tambores africanos. A los conciertos de Amounsulu, generalmente organizados
en bares alrededor de la Universidad de Costa Rica, al este de San José,
acuden en su mayoría jóvenes estudiantes costarricenses
y extranjeros. "Cada vez que tocan, pasa lo mismo, a la gente les
gusta mucho y empiezan a bailar" explica Mónica, de 17 años,
quien viene a ver al grupo cada vez que puede. "Nuestra fuerza es el público", explica
Cyril Dupuy, propulsor del grupo, "la gente es muy receptiva a
nuestra música. Debemos nuestro éxito a lo que la gente
habla de nosotros." Cyril viene del sur de Francia, pero su padre es originario
de Senegal. Llegó a Costa Rica hace 8 años. Su historia personal es tan original como la de su música.
Su padre es el descendiente de un vendedor francés de esclavos
africanos, quien forzó a la princesa de Senegal a casarse con
él en el siglo XIX. Su familia, los N'Diaye, sigue siendo propietaria
de la famosa isla de Gores en Senegal. Este objetivo de exportar su música se le facilita
a Amounsulu por tener una composición tan variada; sus miembros
son originarios de Francia, Senegal, Argentina, Chile, El Salvador,
Hungría y Costa Rica. En enero, el grupo viajará a México, donde
hace poco encabezó la lista de los diez primeros lugares de popularidad
(Top 10) de la radio de la Universidad Autónoma de México.
Posteriormente, planea presentarse en Bélgica. "La música no tiene fronteras" dice Cyril
"es nada más el canal a través del cual pasa un mensaje." Para resumir su pensamiento, durante cada concierto usan
su famoso lema: "Nuestro templo el bosque, nuestra salvación
la fe."
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